martes, 5 de octubre de 2010

Este lugar no es sitio para niñas.


Y su cabeza le da vueltas y vueltas. No deja de pensar, no podía parar de recordar las palabras de su amiga.

"Eres tan buena que es como si les enviaras una invitación a que te putearan. ¿No lo has pensado?"


Estaba echada en la cama, sin muchas ganas de moverse. Sólo con ganas de gritar. De chillar tan alto que acabaría quedándose afónica. Sentía una extraña sensación en el estómago. Algo se le removía dentro. Entonces enseguida se dio cuenta; se sentía tan mal porque sabía que su amiga había dado en el clavo. No se equivocaba en nada. Ya que en un año eso es justamente lo que había pasado. Caida tras caida.

Se colocó de lado. Encongiendo las piernas hasta pegarlas al pecho, las abrazó con ambas manos.

Odiaba ser tan tonta y pecar de inocente. Creer que todo el mundo iba con las mismas buenas intenciones. También odiaba no saber controlar sus sentimientos, no saber mentir, fingir, ocultar...

Odiaba su forma de ser. Era como una niña. Como si no hubiera aprendido nada. Y aún así, sabía que no podría cambiar. Que esa era su esencia. Ser buena y confiada.

Ser, al fin y al cabo. Una niña que juega a querer, en un mundo donde la gente es calculadora y fría.

Y así pasó la noche. Aprendiendo que por mucho que ella quiera no podía cambiar. Pero lo que sí comprendió es que tenía que hacer un esfuerzo... No ser tan confiada. Ser algo más lista, zorra, inteligente...

No hay comentarios:

Publicar un comentario