jueves, 24 de febrero de 2011

Después de una subida siempre llega una..

Cada día lo comprendo más. La vida es como una montaña rusa. Está llena de increíbles subidas y temerosas bajadas. Algunas veces te asustas y te encantaría poder bajarte. Quedarte afónica gritando que la paren, que tú te bajas ahí mismo. Pero como en una atracción que se pone en marcha, no te queda más remedio que llegar hasta el final. Tienes que tener en cuenta que desde que naces, estás pagando la entrada a esa montaña rusa. Así que, para que todo pase más rápido. Lo mejor que puedes hacer es, cerrar los ojos, levantar las manos y gritar. Hasta quedarte sin voz. Disfrutar de la adrenalina. De la sensación en el estómago a cada caida... Y de las personas que se sientan al lado tuyo todos los días. Empujándote a no bajarte sin que la aventura acabe.
Personas como esas, pasaran mucho por tu vida. Pero sólo unas cuantas seguirán a tu lado para apretarte la mano cuando sientas miedo en la bajada.

Gracias a que he podido entender la bonita metáfora de la vida, soy capaz de valorar esos apretones de mano cuando son valiosos. Y sé que cuando yo levante las manos y grite, ellos lo harán conmigo. Y que ella seguirá conmigo.






Báilame el agua.

Plena noche. Invierno. Pero daba igual. La luna llena les invitaba a adentrarse en el mar. A despojarse de la ropa sin importar tan siquiera si había algún mirón por los alrededores. Sólo estaban él y ella. Se adentraron en la oscuridad de la playa. El agua fría empezaba a abrirse paso por sus cuerpos semidesnudos. La brisa les hacía estremecer. Pero aún así, se miraron a los ojos y se aproximaron. "¡Qué le jodan al invierno!", pensaron. De pronto unos brazos seguros le rodearon la cintura. Una boca hambrienta, pero a la misma vez dulce se deslizó por su cuello sin pedir permiso. Ella, olvidó donde estaban y la temperatura que había en el ambiente, al menos fuera de su cuerpo. Una sonrisa se apoderó de su rostro, aún así a oscuras, no podía evitarlo. Apretó con ganas sus uñas en la espalda de él... Suspiró. Suspiró. Suspiró... y se despertó.
Abrió los ojos algo agitada. Sus manos fueron directas a su frente. Volvió a suspirar y apretó con ganas las sábanas. Otra noche más en la que tenía la más dulce de las pesadillas.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Déjate llevar y disfruta.

"La mayor declaración de amor es la que no se hace."

Por querer..

Básicamente quiero que me haga sentir que no estoy desaprovechando mi vida porque es muy corta. Quiero que me abra las piernas, no el cielo: pero que lo haga cada noche. Quiero que sepa mentirme. Quiero que no me importen sus mentiras porque se deja su alma cuando está conmigo. Quiero que sea generoso porque puede, no por obligación. Quiero que tenga sangre en las venas. Quiero que me grite lo puta que soy cuando le abandono. Quiero un poco de épica. Quiero que le de igual lo que yo haga cuando no esté con él porque sabe que no voy a encontrar a nadie mejor. Quiero que me tiemblen las rodillas cuando me agarra la nuca.

lunes, 21 de febrero de 2011

El infinito.

Ven. Permite que pruebe tus labios. Que averigüe a qué sabe tu boca. Cierra otra vez los ojos. Déjate llevar. Lento. Muy lento. Poco a poco. Deslizándonos uno dentro de la ropa del otro. Suspira. Siento mi cuerpo estremecer, ¿o es el tuyo? No estoy segura de la respuesta pero tampoco tiene importancia. Escribe tus deseos en mi piel. Noto tu aliento cerca de mi oido derecho. Mis manos en tu espalda. No hay nadie más en ese preciso momento. Cierro los ojos antes incluso de que lo hagas tú. Intento calmar mi respiración agitada, aunque se quede en el intento. Me vuelvo loca. ¿Esto es el infinito? Busco tu mirada. Déjame que con mis ojos te diga lo que con palabras aún no es necesario decir. Tic-tac, tic-tac... El tiempo pasa y nos coge por sorpresa. Nos devuelve a la realidad y nos dirige a la despedida. Es otro buenas noches de nuestro calendario. Donde las semanas son meses. Y los días semanas, o al menos, eso parece.