lunes, 21 de febrero de 2011
El infinito.
Ven. Permite que pruebe tus labios. Que averigüe a qué sabe tu boca. Cierra otra vez los ojos. Déjate llevar. Lento. Muy lento. Poco a poco. Deslizándonos uno dentro de la ropa del otro. Suspira. Siento mi cuerpo estremecer, ¿o es el tuyo? No estoy segura de la respuesta pero tampoco tiene importancia. Escribe tus deseos en mi piel. Noto tu aliento cerca de mi oido derecho. Mis manos en tu espalda. No hay nadie más en ese preciso momento. Cierro los ojos antes incluso de que lo hagas tú. Intento calmar mi respiración agitada, aunque se quede en el intento. Me vuelvo loca. ¿Esto es el infinito? Busco tu mirada. Déjame que con mis ojos te diga lo que con palabras aún no es necesario decir. Tic-tac, tic-tac... El tiempo pasa y nos coge por sorpresa. Nos devuelve a la realidad y nos dirige a la despedida. Es otro buenas noches de nuestro calendario. Donde las semanas son meses. Y los días semanas, o al menos, eso parece.
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